En medio de la polémica por la Reforma Tributaria para la Educación y la ya extensa discusión política para que ella sea gratuita y de calidad, pocos actores han puesto foco en la evolución que este derecho (o servicio) está observando en el mundo, como consecuencia del imparable avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). En efecto, el prestigiado Massachussets Institute of Technology (MIT) anunció recientemente nuevos cursos gratuitos online, que se suman a sus tradicionales programas libres como Open Course Ware. Esta vez, empero, si el alumno lo desea, podrá obtener un certificado que acredita su realización, aunque pagando un precio “asequible”, según las fuentes.
Para nadie es misterio que la educación superior o terciaria (universidades principalmente) se ha vuelto cada vez más cara en el mundo (Chile es una muestra) y, raíz de la crisis, en Europa de modo especial, particularmente en España y Reino Unido. Así y todo, éstas siguen siendo más baratas que en EE.UU., donde un título puede implicar deudas equivalentes a una casa, razón por la que esta oferta de educación gratuita, más una pequeña tarifa por el certificado, amenaza cambiar drásticamente las perspectivas del negocio de la educación superior.
Los cursos del MIT, en todo caso, se ofrecen bajo una marca creada al efecto -M.I.T.x.-. Es decir, no son propiamente del MIT, mientras que los certificados no son los títulos de Bachelor of Science, que ofrece la entidad. Así y todo, que una institución asentada y prestigiosa -con mucho que perder si la educación fuera gratuita- ofrezca esta posibilidad, es notable, porque la fórmula impacta en el corazón mismo de un modelo que –a la luz de los acontecimientos- tendrá cambios significativos en los próximos años, merced a las enormes posibilidades que abren las TIC’s.
La propuesta del MIT invita a reflexionar sobre el futuro de la Educación, pues no es la única. Desde luego, las universidades a distancia existen desde hace varios años. Por otro lado, está Code Year, otra iniciativa gratuita para enseñar programación a cualquiera que esté interesado. Todas las semanas envía una lección gratis e interactiva a quien quiera seguir el curso. Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York y jefe de la empresa que lleva su nombre, v.gr., está aprendiendo a programar a través de dicho sistema.
Es decir, las TIC’s abren un espacio virtual de transferencia gratuita de información educacional en diversas áreas, con currículos propios, sin fronteras, que transforman el negocio de impartir competencias y generan un mercado de personas capaces de hacer algo por lo que otros están dispuestos a pagar, transformando así la cultura de acumulación de títulos pagados, muchas veces sin demanda y aún menos rentabilidad. En Chile hay muchos que han gastado fortunas en carreras no demandadas, mientras cantidad de empresas tienen problemas para encontrar personal calificado en hacer lo que ellas requieren. ¿Cuántos educandos de los sistemas formales nacionales pueden hoy hablar y escribir inglés correctamente?
Estas plataformas gratuitas online de universidades de prestigio mundial abren un espacio de competencia muy compleja, pues aparte de MITx, en EE.UU. se han incorporado al modelo “Edx” otras universidades como Harvard, Berkeley, Stanford, Caltech, Princeton y otras, cuyas plataformas ofrecen cursos gratuitos, equivalentes a los de sus universidades in situ.
¿Qué pasará con el actual modelo educativo cuando estas casas de estudios emitan títulos legalmente reconocidos como oficiales? Por ahora, es cierto, la EdX emite sólo certificados, aunque, eventualmente, un buen alumno Edx de Stanford, con competencias demostrables, ya podría suplir exigencias de demanda por personal de modo envidiablemente rentable. Cuando estas plataformas emitan títulos superiores legales, las universidades de nivel medio locales, tendrán un enorme desafío.
Como siempre, las nuevas tecnologías otorgan ventajas a unos y destruyen a otros. Ellas pueden provocar concentración, de modo que pocos operadores acaben quedándose con el mercado, gracias a economías de escala. ¿Avanza el mundo hacia una nueva forma de educación superior, mientras en Chile discutimos cómo sostener la tradicional?