domingo, 13 de marzo de 2011

¿Bajas defensas?

Si sos alérgica a tooodo, o de las que salen de 

un resfrío para entrar de cabeza en una 

gastroenteritis, te enseñamos a estimular 

tu sistema inmune... ¡de la forma más divertida!


NO HAY BACTERIA QUE PUEDA CONTRA ELLAS.











¿Estás harta de sentir que cualquier virus que anda dando vueltas se te pega 
justo a vos? Hablamos de esas pequeñas y grandes nanas que a los demás 
parecen pasarles por el costado... ¡pero, a vos, no te perdonan una! Seguramente 
ya pensaste alguna vez en correr a la farmacia y aprovisionarte de todas las 
vitaminas disponibles. ¡Mal hecho! Porque la respuesta está en tu inmunidad o, 
más bien, en la fragilidad de tu sistema inmunológico, diseñado por la naturaleza 
para “reconocer partículas extrañas y defender a nuestro cuerpo de la agresión de 
virus, bacterias, microorganismos y toxinas”, como explica la médica clínica María 
Isabel Oliver.
Cuando nos enfermamos, lo lógico es recuperarnos gracias a nuestro sistema de 
defensa y a la ayuda de los medicamentos adecuados. Pero también esperamos que 
esta suerte de red organizada de órganos, tejidos, células y proteínas nos proteja a 
futuro de esos u otros invasores. “Sin embargo, muchas veces las enfermedades se 
nos instalan, repiten o agravan por factores propios de nuestro organismo, como una 
baja en nuestro sistema inmune”, detalla Oliver. ¿Cómo evitar las enfermedades a 
repetición? Incorporá estos consejos y dale un empujoncito a tus defensas...¡y a tu vida!
Una amistad rendidora
La próxima vez que tengas fiaca de vestirte cuando las chicas te invitan a salir, 
acordate de esto: según un estudio publicado por la Universidad de Los Ángeles, 
existen sustancias químicas producidas por el cerebro que ayudan a crear y 
mantener lazos de amistad entre las mujeres. Cuando liberamos la hormona 
oxitocina como una reacción frente al estrés, sentimos la necesidad de agruparnos 
con otras mujeres. ¿Más asombroso todavía? Eso genera una cantidad mayor de 
oxitocina, lo que provoca un efecto calmante. Si bien diversas investigaciones 
aseguran que la compañía, la camaradería y el apoyo de un grupo les ayudan a 
enfermarse menos a los dos sexos por igual, nosotras corremos con ventaja: 
mientras la testosterona que producen ellos neutraliza los buenos efectos de la 
oxitocina, los estrógenos la estimulan. Conclusión: ésta puede ser una de las 
razones que explican por qué, en general, las mujeres vivimos más que los hombres. 
En pocas palabras: hacete amiga de tus amigas y vas a ver cómo tu sistema 
inmunológico se fortalece.
Descartá lo negativo 
Todos sabemos que las emociones afectan el cuerpo. Es más: el sistema inmunológico 
recibe muchas de sus señales a partir de nuestro humor. “Las emociones son, 
además de estados de ánimo, realidades bioquímicas que generan en nuestro 
organismo distintas respuestas que ayudan a combatir y hasta a revertir las 
enfermedades”, afirman Mirtha Manno y Rubén Delauro, autores de La risa y la 
salud. Hace un tiempo, investigaciones de la Clínica Mayo, en Estados Unidos, 
vincularon el optimismo con la longevidad: los pesimistas tenían un riesgo de 
muerte un 19% por encima del promedio. Otros estudios revelaron que la gente 
depresiva, hostil o ansiosa tiene menos probabilidades de vivir que los que no 
poseen esos rasgos personales. “Los pacientes suelen mejorar más rápido y 
gastar menos en salud cuando el tratamiento de la enfermedad abarca su 
comportamiento, sus pensamientos y sus sentimientos”, corrobora el doctor 
Alberto Intebi, Director del Instituto Argentino de Psiconeuroinmunoendocrinología 
(PIN). Así que dejá de perseguirte con todo lo malo que pueda pasarte... ¡y sonreí!
La risa que no contagia 
Una buena carcajada aumenta la cantidad de anticuerpos responsables de 
combatir las infecciones. “El solo gesto de la sonrisa genera un estímulo 
eléctrico que los nervios sensitivos llevan hasta la glándula pituitaria o hipófisis”, 
grafican Manno y Delauro. “Cuando la pituitaria recibe el estímulo generado 
por nuestra sonrisa, reacciona liberando unas hormonas llamadas endorfinas 
que, además de ser el analgésico natural de nuestro cuerpo, producen una 
sensación de bienestar generalizado”. De la misma manera, una carcajada 
desencadena un proceso interno en el que se liberan hormonas y neurotransmisores 
que inciden muy favorablemente en el sistema inmunológico. Por otro lado, 
si la risa es verdadera, logra disminuir el nivel de cortisol (una hormona muy 
asociada al estrés). Estás avisada: corré al video, alquilate una peli de Ashton 
Kutcher... ¡y archivá el termómetro!
La melodía adecuada 
Si llegás muy cansada del trabajo, no lo dudés: seleccioná música tranqui y 
dedicate diez minutos a solas con tu iPod. “Los sonidos son frecuencias de 
onda que tienen el poder de inducir modificaciones en los procesos físicos y 
químicos de los seres vivos y en los estados anímicos y emocionales”, asegura 
Karina Szulc, musicoterapeuta. Por eso, “la música es un factor que induce a una 
óptima relajación, a armonizar y equilibrar nuevamente los ritmos que estén 
alterados”. Claro que no es cuestión de escuchar lo primero que salte. Szulc 
sugiere abstenerse de canciones con cargas emotivas o evocativas −nada de 
masoquearte con el hit de esas vacaciones junto a tu ex en Brasil−. Otras 
recomendaciones: “Es mejor que no haya muchos cambios melódicos, 
saltos tonales ni estridencia y nada de sonidos muy agudos”, detalla Szulc. 
Eso sí: asegurate de que el volumen sea adecuado para el relax.
Más, más, más... 
Ya sabemos que no necesitás ninguna evidencia científica para meterte con tu 
chico entre las sábanas, pero la hay: está comprobado que el sexo modifica la 
química del organismo y tiene como principal beneficiario el sistema inmunológico.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que “a partir de 
la descarga hormonal, aumenta la producción de células que combaten a los virus 
y bacterias, además de revitalizar los sistemas cardíaco y nervioso”. Durante el juego
previo, tu cuerpo rebosa de oxitocina, en el fragor de la acción se liberan endorfinas y 
durante el orgasmo, prolactina (antiestrés) y serotonina, que producen una sensación 
de felicidad absoluta. De nuevo, un punto extra para nosotras: el informe de la OMS 
afirma que durante las relaciones sexuales, las mujeres tendemos a producir una 
gran cantidad de estrógenos, un aliado de la piel y el pelo. ¿Querés más? Sólo el
 tacto ya es importante: dar o recibir un abrazo o cualquier tipo de contacto físico 
también estimula tu inmunidad.
A mover... 
Recientes estudios determinaron que si realizás alguna actividad física, el beneficio 
para el cuerpo es radicalmente superior a cualquier remedio de venta libre. ¿Por qué?
 “El deporte regula problemas cardiocirculatorios, respiratorios, óseos, musculares y 
nutricionales”, dice el doctor Diego Grippo, médico deportólogo de la Coordinación de 
Deportes de la UBA. De esta manera, también eliminás las toxinas acumuladas en tu 
cuerpo y ayudás a que los riñones y el sistema endocrinológico funcionen mejor. 
Tanto los médicos clínicos como los especialistas sostienen que lo recomendable 
es realizar 30 minutos de actividad aeróbica todos los días. Pero, incluso, podés 
empezar con menos: las personas que caminan con energía media hora cinco 
veces por semana sufren menos gripes que las que son sedentarias.
La clave de los sueños 
¿Por qué no es buena idea trasnochar muy seguido y quitarle horas a la almohada? 
Porque el sueño tiene dos funciones claves”, explica la doctora Mirta Averbuch, 
neuróloga y directora del Centro de Investigaciones Médicas del Sueño. “Por
un lado, restaura, permite a nuestro cuerpo recuperar energía e integrar la nueva 
información; por el otro, cumple un rol adaptativo que se traduce en que la cantidad 
y calidad de sueño sea directamente proporcional a la calidad de vida”. El sueño 
insuficiente o de mala calidad genera cantidad de síntomas. Entre ellos, las 
alteraciones inmunológicas que predisponen a enfermarse frecuentemente. 
Entonces, para protegerte, asegurate de descansar bien siete u ocho horas cada noche.
Decí: “Ommm” 
¿No te pasó alguna vez que te empezó a doler la garganta cuando se avecinaba una 
conversación ríspida con tu jefe o un cruce de facturas con tu novio? Es que el estrés
 tiene efectos devastadores sobre la salud. “Por ejemplo, exacerba los desórdenes 
gastrointestinales o retarda el tiempo de cicatrización”, cuenta el doctor Intebi. 
Recursos como el apoyo grupal, la meditación e incluso ponerse a rezar pueden 
alterar el curso de algunas enfermedades, aliviando los síntomas y reduciendo la 
duración del tratamiento con medicación. Distintos programas experimentales 
demostraron que algunas técnicas −como la relajación− “pueden hacer que el 
flujo sanguíneo y la frecuencia cardíaca sean mas lentos”, explica el especialista.
Peor el remedio... 
¿Sos de las que soluciona estornudos, dolor de muelas y picazón vaginal clavándose 
antibióticos? Tené en cuenta que cada vez que te ponés en la boca una de esas 
pastillitas, “eliminás tanto las bacterias dañinas como las bacterias propias del 
organismo, que son protectoras”, advierten desde el Servicio de Higiene y 
Seguridad de la UBA. Mientras más medicamentos tomes, más resistentes 
se harán las bacterias. Además, los antibióticos no tienen efecto positivo cuando 
la enfermedad es de origen viral. Por eso, mejor dejá que sea tu médico quien te 
indique si los antibióticos son el remedio adecuado para vos.
Una balanza estable 
Lo más probable es que estés obsesionada con esos kilos de más simplemente
porque no hay un jean que te quede como quisieras, pero hay otras razones que 
atender. Aparentemente, lo que comés influye en la actividad inmunológica, tanto 
por exceso como por defecto de calorías. “El aporte excesivo de energía puede 
afectar la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones y por eso 
la obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas”, 
explica una investigación del Centro de Estudios Médicos y Bioquímicos (CEMEBI). 
Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades 
cardiovasculares que, a su vez, están relacionadas con alteraciones de la función 
inmunológica. Pero tampoco te pases de la raya: las dietas de menos de 1.200 
calorías diarias o un número de calorías aceptable pero desequilibradas de un 
día para el otro también pueden hacer disminuir la función inmune.
Ojo con el alcohol 
Los médicos no terminan de llegar a un acuerdo: algunos dicen que una copita 
ayuda a la salud del corazón y otros recomiendan evitarlo. Pero lo cierto es que 
si te pasás de rosca con los tragos, estás atacando tus defensas. “El daño 
puede repercutir en el organismo a cualquier nivel: corazón, aparato digestivo, 
neurológico, endocrinológico, respiratorio, además de desarrollar mayor 
susceptibilidad para sufrir infecciones”, dice la licenciada en Nutrición Gabriela 
Rentaría. El exceso de alcohol hace que pierdas nutrientes y, de esta manera, 
los glóbulos blancos también se vuelven más frágiles a la hora de combatir infecciones.

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