sábado, 19 de marzo de 2011

Los Sapos y el Principe

¿A quién no le contaron ese cuento sobre la princesita que besaba un sapo y este se convertía en Principe?

¿Cuántos libros no han salido al respecto?

Quiero la cabeza de los hermanos Grimm.

Habemos dos tipos de mujeres: Las que viven buscándo un Príncipe (y lo que es peor, lo encuentran!!) y las que vivimos besando Sapos.

Demás está decir que a las primeras les va muy bien. Encuentran un Príncipe, lo manipulan, se transforman en unas cabronas, el muy tonto las sigue, las persigue y ellas logran su gran cometido final: Transformarse en Reinas de su hogar.

Pero a nosotras, a esta raza de mujeres dentro de las que me incluyo (no sé bien si orgullosa o no, pero tengo claro que ahí estoy) nos da por andar besando Sapos con toda la fe puesta en que abriremos los ojos y se habrán transformado en unos magníficos Principes, merecedores del trono, la capa, la espada, nuestro corazón, etc, etc, etc.

¡Qué triste es abrir los ojos e ir descubriendo que el "Sapito lindo de charquita de agua clarita" se va transformando lenta y progresivamente en un "Feo Sapo hediondo de pantano"!

¡Hasta cuándo besamos Sapos! ¡Yo quiero mi Principe A-HO-RA! ¡Por que en el famoso libro de los hermanos Grimm dice clarito "EL SAPO SE CONVIERTE EN PRINCIPE"!

¡Llévense este Sapo de Pantano de aquí que ya no lo quiero más!

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