domingo, 13 de marzo de 2011

Para comer afuera

Te volvés loca tratando de seguir tu dieta 

cada vez que vas a un restaurante? 

Te contamos todo lo que podés consumir 

sin sumar kilos... ¡ni culpas!


¿El secreto? Hacer las elecciones adecuadas y aplicar un poco de autocontrol.











Justo cuando le agarraste la mano a tu plan para perder unos kilos, se
inaugura un restaurante, ¡divino!, en la esquina de tu oficina. Entonces,
de golpe, empezás a sentirte excluida porque sos la única del trabajo que
todavía no probó esos deliciosos crêpes de pollo.
No te quedes frustrada. Aunque puede ser difícil resistir las tentaciones en
los lugares que visitás, tampoco es cuestión de vivir encerrada o aislada.
El secreto está en hacer las elecciones adecuadas y aplicar un poco de
autocontrol. De otra manera, todos esos permisos que te das cuando
comés afuera, realmente van a sumar. Pero, por supuesto, eso no significa
que tengas que pasar hambre. “Aunque ser una chica delgada es un trabajo 
duro, la verdad es que la mayoría de las personas flacas come algo más que 
lechuga y sopas diet. Lo que sucede es que fueron bendecidas con metabolismos 
hiperrápidos”, dice Karen Bridson, personal trainer, autora de The secrets of
skinny chicks (Los secretos de las chicas flacas). En otras palabras, si querés
estar en forma, tenés que hacer algún esfuerzo, especialmente cuando se trata
de comida.
Como muy pocas de nosotras podemos seguir una de esas dietas que te obligan
a vivir en un tupper, consultamos a especialistas y elaboramos una guía de todo lo
que podés elegir cuando no comés en tu casa. ¡Por fin una alegría!
ELEGÍ BIEN 1
Fast food 
Muchas veces terminamos comiendo una hamburguesa porque es un bocado exprés y
resulta barato. Pero sucede que esta alternativa tan práctica no es exactamente de
mucha ayuda si estás tratando de desprenderte de algunos kilos. “La mayoría de la 
fast food es frita”, dice Eric Schlosser, autor de Nación Fast Food: el lado oscuro de
la comida de todo americano. “Mucha gente parece no preocuparse acerca de su 
aspecto grasoso. Para colmo, la mayoría de las comidas rápidas son muy procesadas. 
Son altas en aditivos, grasas, sal, azúcar y tienen nutrientes reducidos”.
Algunos estudios demuestran que comer en locales de minutas y hamburguesas
más de dos veces por semana está asociado no sólo con ganar peso, sino con
otras cuestiones de salud (colesterol, hipertensión, glucosa alta), en adultos
demasiado jóvenes para este tipo de males. ¿Te acordás de la película Super
Size Me? ¿No? Es un documental sobre los efectos que produce en un organismo
sano (hablamos de cuerpo y mente) una dieta de 30 días basada exclusivamente
en comida rápida. El protagonista ganó once kilos y 13% más de masa corporal.
También sufrió problemas en el hígado, cambios de humor y disfunción sexual.
Convengamos: esto es una exageración. Nadie consume exclusivamente este
tipo de comida. Pero, seguramente, los efectos de ali-mentarte sólo con verduras
durante un mes serían menos nocivos.
Entonces, ¿cuáles son tus opciones cuando no te queda más remedio que comer
en uno de estos lugares? Es simple: pedí porciones chicas. “El tamaño del combo 
que ordenes hace una enorme diferencia”, explica Schlosser. Resistí la tentación
de agrandar tus papas fritas o tu gaseosa (mucho más, ¡de agregarle aros de cebolla!).
Y cuando quieras un combo basado en pollo, elegí alguno en el que aparezca
grillado o a la plancha, en lugar de frito. Desde hace unos años, en cualquiera
de estos lugares también podés pedir alguna de las opciones de ensalada.
Eso sí: una inocente bandeja repleta de hojas verdes suma muchas calorías si
 viene con una lluvia de queso rallado encima. Otro detalle: los condimentos.
La mayonesa, por ejemplo, tiene unas 100 calorías sólo en una cucharadita”,
advierte la licenciada Viviana Viviant, de la Asociación Argentina de Nutricionistas
y Dietistas Nutricionistas. “Si bien la mostaza tiene menos calorías que el ketchup, 
te conviene elegir a éste último porque es más bajo en grasas”.
ELEGÍ BIEN 2
Parrilla
Es el gen argentino, gastronómicamente hablando. Además, siempre hay una
alternativa económica en cada barrio. Y si tenés compañeros de trabajo varones,
ésta será, sin duda, una elección frecuente en tus mediodías. El problema,
como dice la experta en fitness Tamara Di Tella, “es que no sólo comemos 
carne (y mucha) con exceso de grasa, sino que también solemos acompañarla 
con chorizos, mollejas, riñón y chinchulines”. Entonces, ¿qué hacés? ¿Vas a
tener que resignarte a una ensaladita verde mientras los demás se ocupan de
la parrillada? Para nada. “La carne roja puede ser una opción saludable”, afirma
la licenciada en Nutrición María Marcela Repetti, del Hospital Italiano. “Esto es 
válido siempre que se consuma en una cantidad razonable y acompañada de 
una guarnición de verduras”. No olvides que la carne de vaca “aporta una de 
las mejores proteínas, de alto valor biológico por el tipo de aminoácidos que 
contiene”, asegura la especialista. Además, también aporta hierro y vitaminas
del complejo B, necesarias en la síntesis y degradación de diferentes nutrientes
en el metabolismo. Que quede muy claro: no tenés por qué recunciar a la parrilla.
Pero hay una objeción, y es la cantidad de grasas saturadas que contiene. Por eso,
tenés que elegir cortes magros o con grasa visible, que pueda separarse. Por
ejemplo, pedí vacío antes que asado de tira, que tiene el doble de tenor graso por
gramo. Y, definitivamente, alejate de las achuras, las ensaladas de papas y el pan.
¿Te aburriste de todas tus combinaciones de ensaladas? Acompañá tu carne con
una parrillada de verduras.
ELEGÍ BIEN 3
Gastronomía asiática
Muchas veces leíste o escuchaste que los alimentos salteados son saludable y a
lo mejor por eso suponés que toda la cocina asiática es buena. Error, amiga.
La mayoría de los platos de los restaurantes chinos no se cocinan en un wok, 
sino en la sartén”, dice el experto en fitness Bob Greene, autor de Bob Greene’s
total body makeover. Por eso, tenés que evitar lo que se vea frito, como, ¡ay!,
sucede con los arrolladitos primavera. Tenelo siempre en cuenta: los rebozados
y frituras no son buenos para la salud. Acordate de que las salsan también suman
muchas calorías. Ah, y evitá los platos con berenjenas, porque absorben aceite
como si fueran esponjas.
Las preparaciones al vapor y la comida cantonesa −que viene de Cantón, ciudad
al sur de China− son las opciones más convenientes para tu dieta. Otra posibilidad
es la comida coreana. “La dieta tradicional de este país se basa en vegetales”,
explica la psiquiatra Mónica Santagata, coordinadora del Programa de Atención
Médica Transcultural del Hospital Italiano. “Otra característica de esta cocina es 
que raramente contiene productos fritos. La costumbre es hervir los alimentos, 
asarlos o cocinarlos al vapor”, agrega la médica.
También podés elegir comida japonesa como sushi, sashimi, sopa de miso y
ensalada de kanikama, que están hechas con centolla, brotes de bambú y diversas
verduras. O podés inclinarte por la comida thai, que es aromática, liviana y baja en
calorías. Esta cocina se caracteriza por ser maravillosamente especiada y por el uso
de rebozados finos. Las carnes no aparecen cubiertas por una costra tan gruesa de
pan rallado, y eso reduce el contenido graso.
Para maridar tus comidas asiáticas, nada de sake, cerveza ni alguna otra bebida
alcohólica. Si querés estar a tono, sin sumar calorías, optá por el té verde. “Diversos 
estudios prueban que tomarlo a diario puede ayudar a reducir tus niveles de 
colesterol y tus riesgos de desarrollar cáncer”, dice David Zinzenko, director de la
revista Men’s Health y autor de La dieta abdominal para la mujer.
ELEGÍ BIEN 4
Comida italiana 
Cuando estás en un restaurante italiano, acordate de que el rojo siempre la gana
al blanco. Según explica la licenciada Viviant, cuando pedimos pastas lo primero
que tenemos que considerar es con qué salsa los acompañamos. “Los fideos 
y las pastas son alimentos energéticos por su contenido en hidratos de carbono 
pero son bajos en grasas”, aclara. “El tema central es qué salsa se va a elegir, 
además de la cantidad de queso rallado que se le agregue. Las menos calóricas 
son filetto, blanca diet o la combinación de las dos. Las más ricas en grasas y 
calorías son las cuatro quesos, pesto común, salsas con crema y las que llevan 
panceta o chorizo”. Además, la de tomate puede contar como ración de vegetales,
ayudándote a seguir las recomendaciones de tres porciones por día de frutas y
verduras. Tip: para empezar tu comida italiana, pedí sopa de tomate. “La maravilla 
de la sopa es que te llena, y ayuda a no llegar tan hambrienta al plato principal. 
Además, vas a sentirte satisfecha más rápido: el mensaje de saciedad tarda cerca 
de 20 minutos en viajar desde el estómago a la cabeza. Si tomás una sopa antes 
del almuerzo o cena, ganás tiempo (y calorías)”, explica el doctor Arthur Agatston,
autor del best seller La dieta de South Beach.
La comida italiana tiende a ser bastante pesada y alta en carbohidratos, así que
ordená sólo la mitad de lo que pensás que podés comer. Elegí platos que sean
horneados, grillados, hervidos o al vapor. Aprovechá que los vegetales son los
invitados de lujo en la gastronomía mediterránea: vas a poder disfrutarlos de las
maneras más saboras... ¡e hipocalóricas! Acordate: en lugar de comer varias
prociones de pizza napolitana o ésas que tienen de todo encima, optá por un
sándwich de queso hecho en pan ciabatta o la focaccia (una masa saborizada
con hierbas). ¿Viste? No tenías por qué preocuparte tanto. A partir de ahora, vas
a poder ir a un restaurante, sin provocar un desastre en tu dieta

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