jueves, 3 de marzo de 2011

El silencio, tu mejor aliado contra el estrés

Permanecer en silencio tiene efectos prácticos muy sanadores: serenidad, distensión, relajación, atención consciente, intuición creativa... Uno de los beneficios más importante de la práctica regular del silencio es su poder antiestrés.
"Ello se debe a que no hay tanta interacción con los estímulos externos sino una mayor atención hacia lo que hay dentro: pensamientos, emociones, sensaciones, que vienen y van, en la mente, el corazón, el cuerpo”, explica el Raúl Vincenzo Giglio,
profesor de yoga y meditación de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal, en la que se realizan retiros de silencio y atención consciente.
Permanecer atentos y en silencio a lo que nos sucede tiene un efecto armonizador. Esa mayor capacidad de atención y observación acaba produciendo un estado de neutralidad, en el cual somos menos sectarios, intolerantes, partidistas y subjetivos.
Ello tiene una serie de resultados prácticos muy sanadores: serenidad, distensión, relajación, atención consciente, intuición creativa, soluciones insospechadas, compresiones repentinas.
Otro de principales efectos terapéuticos del silencio –según Vincenzo Giglio- se produce en las crisis personales y procesos de crecimiento, que producen una reorientación hacia dentro de nosotros mismos, invitan a mirar lo que nos duele y a discernir dónde está la raíz de nuestro dolor para tratar de superarlo.
En vez de tapar o aliviar con una pastilla, estos momentos duros pero enriquecedores, similares al parto que origina una nueva vida, es preferible abordarlos de la mano del silencio, un estado de plenitud en la cual hay más unidad interior, una mayor presencia en el “aquí y ahora” y menos fragmentación entre el pasado y el futuro.
“En momentos de crisis, si permanecemos en silencio un rato, en contemplación, podemos observar nuestros pensamientos y relativizarlos”, aconseja este terapeuta.
Al observar a nuestra mente ir y venir, podemos soslayar algunos pensamientos negativos y “desobedecerlos”, evitando que nuestras emociones y acciones vayan detrás de ellos.
Se puede cultivar el silencio en diversos muchos escenarios, dando un paseo contemplativo y sencillo por la Naturaleza, sólo, en grupo o con un animal de compañía. Mar, montaña, bosques, campos, lagos, ríos, arroyos: todos los lugares son interesantes, aunque cada persona debe elegir aquel que sienta que conecta más con su interior.
Los parques, espacios verdes y jardines de las ciudades, son entornos naturales muy sanadores, que invitan a la contemplación y a estar con uno mismo, espacios fecundos donde la mente pone en marcha procesos distintos de lo que tienen lugar cuando está estimulada por los impulsos de reacción que genera el ambiente urbano.
El coche, también es un lugar donde se pueden procesar muchas cosas en silencio y durante un rato largo, mientras se va conduciendo, rumbo al trabajo u otro sitio. En lugar de oír la radio, uno puede estar consigo mismo, relajarse, conduciendo despacio, respirando lenta y profundamente, mientras la mente ordena y procesa una serie de pensamientos.
Un buen momento para huir de los decibelios es al caminar o mientras se pasea, instantes silenciosos que invitan al caminante a estar consigo mismo, en lugar de huir de si mismo.
También se puede entrar en algún templo, un lugar que independientemente de las ideas que allí se profesan, emana una actitud contemplativa y relajante.
“Al despertarse, es bueno estar en silencio un rato para centrarse en el día que comienza, antes de iniciar las actividades y relaciones cotidianas. Conviene sentarse durante diez minutos, respirando y serenándose”, aconseja Vincenzo Giglio.
Los paseos, carreras, gimnasia u otras actividades físicas a las cuales hay que dedicar un tiempo, son otros momentos especiales para estar en silencio y con uno mismo.

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